lunes, 23 de marzo de 2020


LA NOCHE TRISTE.


Entre gritos de gol y de llanto.



Ese martes 23 de marzo de 1976 resultó bastante agitado. Desde horas tempranas, las negociaciones entre el gobierno de Isabel y los militares eran cada vez más tensas. Las tapas de los diarios preveían el final que se avecinaba: “Es inminente el final. Todo está dicho” tituló el vespertino La Razón, “Inminencias de cambios en el país” fue el titular de Clarín, entre otros diarios.
 Por la tarde, cuando los rumores de golpe eran cada vez más firmes, la gente se empezó a juntar en la puerta de la Casa de Gobierno. Sobrepasando los acontecimientos del día, el fútbol también jugaba su papel: esa noche, River recibía a Portuguesa de Venezuela.
A las 21 hs., el silbato del peruano Ortubé dio por comenzado el encuentro. Mientras la pelota rodada por el verde césped del estadio Monumental, del otro de la ciudad, los militares estaban ultimando los detalles para iniciar el operativo del Golpe de Estado.
Llega el primer gol de River: La Pepona Reinaldi. Los millonarios empezaban a encaminarse hacia la clasificación, apenas se escuchaban los gritos desde las tribunas semivacías; era una noche atípica, como si preveía lo que estaba por venir pero sin saber de qué magnitud. Los hinchas estaban expectantes entre el partido y la incertidumbre de lo que ocurría afuera.
Sin embargo, el miedo estaba latente.





En la radio, se transmitía el discurso del “Bisonte” Alende dando su postura frente a la problemática del vacío de Poder en el gobierno de Isabel Perón (“…Y recuerdo que desde una alta tribuna militar, un teniente general sostuvo, no hace mucho, que cada vez que los militares toman el poder en la Argentina, resulta que no solucionan ningún problema y agravan los existentes…”) y reclamaba el pronto llamado a elecciones generales.

Segundo gol de River. Otra vez Reinaldi. Segundo tiempo y faltaban unos 30 minutos para el final del partido; llega el descuento del equipo venezolano, pero ya nada cambiaría el rumbo del partido.



Puertas para fuera del estadio, estaba cambiando el rumbo de un país.
Final en Núñez.
River afianzaba su paso en la Copa Libertadores, tal vez un poco de alegría para los hinchas riverplatenses ante tanta malaria que se vivía.
De esa noche, podemos rescatar una anécdota de José Omar Reinaldi, el goleador de aquella noche, que se reprodujo en la revista El Gráfico, varios años después: “El 24 de marzo de 1976 le ganamos a Portuguesa, de Venezuela, por la Copa Libertadores. Estábamos tan metidos en el partido que recién después, cuando fuimos a  comer a la Costanera con Fillol y Jota Jota nos dimos cuenta que había caído Isabel Perón”.

Apenas minutos antes de la medianoche, Isabel Perón, se despedía de la Casa de Gobierno en helicóptero rumbo Olivos, destino al que nunca llegaría. La nave terminaría desviándose hacia la base militar de Aeroparque donde quedaría detenida.

Sobre Balcarce 50, un pequeño puñado de personas, despedía a la jefa de Estado con grito y vítores, mientras Lorenzo Miguel le decía al periodismo que se quedara tranquilo, que no habría Golpe de Estado.
Mientras tanto, ya se desplegaban las tropas en distintos puntos del país; comenzaban las primeras detenciones y desapariciones. 

Ya nada volvería a ser como antes. . .

Si hay algo que pedimos todos los años y cada 24 de marzo es NUNCA MÁS. 

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