Sin embargo, la pelota siguió rodando... de hecho, nunca paró de rodar.
A casi un mes del Golpe de Estado, más precisamente el domingo 18 de abril, Boca Juniors recibía a River. La Bombonera era testigo de un nuevo Superclásico.
De un lado el equipo de Trobbiani, Mouzo, Pernía con Lorenzo a la cabeza.
Del otro lado el equipo de Fillol, Passarella, Merlo con Labruna en el banco.
La fiesta estaba en las tribunas: la gente, los cánticos, las banderas y los bombos.
Pero poco antes de que comienza el partido, una guardia de soldados confiscó uno de los bombos de la hinchada boquense. ¿El motivo? Aún no lo sabemos... lo que si tenemos en claro que a ciertas personas poco le gustaba la alegría y el folclore de una tribuna....
Archivo El Gráfico.
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